La transformación de las ciudades gracias al coche autónomo

Felicidades, acabas de comprarte un producto por varios miles de euros. Quizás te hayas tenido que endeudar para hacerlo, o quizás lo hayas pagado al contado. Limpio, reluciente y con olor a nuevo. En tu cabeza solo hay una palabra: estrenarlo. Solo hay una pequeña pega, al compararlo con otros productos que sueles comprar y en especial teniendo en cuenta lo que has pagado por él, apenas lo vas a usar. Incluso puedo afirmar que no le darás importancia a desaprovecharlo hasta ese punto. ¿Imposible? Hagamos un ejercicio.

Si ahora mismo saliésemos a la calle, lo más seguro es que nos encontremos con muchos ejemplos de lo que te hablo: hay una gran cantidad de coches. Muchos de ellos están estacionados al borde de la acera, otros muchos están en los garajes y se estima que hasta el 30% de todo el tráfico urbano se debe a conductores que están buscando aparcamiento; no en vano, nuestros vehículos permanecen parados más del 95% del tiempo.

Desde un punto de vista del aprovechamiento de recursos para las personas, la situación actual no es ni lógica ni sostenible. La mayor partida en la que realizamos un gasto tras la vivienda es en nuestro vehículo, y la gran parte del tiempo no lo estamos utilizando. Dejando aparte el lado personal, esto también tiene consecuencias muy serias en el diseño urbanístico.

Tras la irrupción de los coches a principios del siglo XX, todas las localidades se diseñaron teniendo en cuenta la circulación de los vehículos. Debido a ello, una gran cantidad del espacio urbano se dedicó a carreteras y aparcamientos. De este modo las arias peatonales y zonas verdes quedaron relegadas a un segundo plano durante buena parte del siglo pasado, hasta que por fin ya en el siglo XXI empezó a tomarse conciencia de la importancia que tiene sobre nuestro bienestar la recuperación de espacios en las ciudades para las personas y la naturaleza.

El problema es que llevar a cabo este tipo de propuestas implicaba asumir un coste que frenaría el desarrollo de las ciudades, y muy pocos lugares del mundo si quiera llegaban a considerarlo. Limitar las zonas asignadas para el tráfico rodado en las vías públicas así como todos los espacios adicionales que requería este modelo de desarrollo urbanístico, suponía poner trabas al comercio local o a los desplazamientos para ir al trabajo, con lo que el sueño quedaba archivado de forma permanente.

La oportunidad para transformar el modelo urbano: Del coche, a las personas y el medio ambiente.

A día de hoy tenemos una gran oportunidad para convertir nuestras ciudades en espacios mucho más respetuosos con las personas y el planeta. Gracias a ella lograremos mejorar la calidad de vida sin asumir los costes que en el pasado frenaban estas iniciativas.

Cuando la tecnología de los vehículos autónomos se estandarice (lo cual como mínimo no ocurrirá antes de la segunda mitad de la próxima década) y podamos empezar a ver circular a estos vehículos de forma habitual por nuestras calles, el paisaje urbano comenzará a transformarse y el diseño urbanístico cambiará por completo. Por ejemplo, asistiremos a la desaparición de muchos aparcamientos y garajes, veremos como los espacios que aún se conserven para aparcar los vehículos reducen su espacio disponible, se diseñarán zonas de estacionamiento rápido delante de oficinas, y muchas aceras y zonas verdes retomarán buena parte de la superficie urbana.

En concreto esto último será clave, encontrar nuevos usos para todos aquellos espacios que tradicionalmente se utilizaban para aparcar, tanto los que están en la superficie de las calles, como los subterráneos, lo cual permitirá ser mucho más eficientes en la utilización de los espacios disponibles, y explotar múltiples oportunidades para crear valor de una forma diferente a como se estaba haciendo hasta la fecha.

Aparte de lo ya señalado, la recuperación de espacio en la superficie beneficiará mucho la vida diaria de la ciudad, tanto para reducir la contaminación, como para fomentar la vida en la calle con opciones como permitir situar más terrazas de bares y cafeterías, dinamizar el comercio local al declarar zonas libres de tráfico, añadir carriles bici, crear espacios reservados para el juego de los niños o de las mascotas, y un largo etc.

Por otra parte, al no ser necesarios ya los garajes, esta superficie se podrá aprovechar para otros usos, desde la creación de estructuras mucho más eficientes para estacionar los vehículos, pasando por su utilización como almacén, o como espacio para dar servicios a la comunidad (lavanderías, cine, gimnasios, zonas de juegos), etc.

Lo que sí parece bastante probable es que los ingresos por aparcamientos irán disminuyendo de forma paulatina en los próximos años sencillamente debido a que su periodo de uso descenderá con el tiempo. Sin embargo como hemos visto, con este proceso se pueden abrir un gran número de oportunidades de diversificar los beneficios que proporcionan estas áreas, los cuales no tienen porque ser solo monetarios. Por eso debemos ir preparándonos para afrontar este cambio a fin de poder sacarles el mayor partido posible para toda la ciudad.

Conclusión

Como sabemos, el coche autónomo será una realidad en unos años y estos cambios llegarán tarde o temprano. El uso intensivo de los vehículos reducirá la necesidad de estacionamientos en las áreas urbanas y modelos de negocio como el car sharing y el ride sharing ya nos están anticipando esta tendencia. Gracias a ello surgirán una gran cantidad de oportunidades que nos ayudarán a mejorar nuestra calidad de vida en las ciudades, y muy probablemente a crear valor y riqueza para toda la población de formas que todavía ni imaginamos.

Y ahora es tu turno.

  • ¿Crees que nuestras ciudades cambiarán con la llegada del vehículo autónomo?
  • ¿Piensas que la superficie dedicada a aparcamientos tenderá a reducirse?
  • ¿Qué usos alternativos podríamos dar a estos nuevos espacios aparte de los ya mencionados?

Déjanos tu opinión en los comentarios.

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